lunes, 11 de octubre de 2010

Tristan

Tristan fue el fruto de una larga espera, 
fue un hijo muy anhelado, completamente amado 
y aunque su existencia fue muy breve,
su presencia generosa me obsequió una paz inexplicable
y al  irse, el valor y la fuerza que necesito para seguir viviendo.

Aunque en momentos inevitablemente, me alberga una sensación dolorosa,
en los que busco motivos para evitar ésta profunda desolación,
que brota de mi alma para convertirse en un llanto silencioso,
por Tristan, por mí; por todos mis sueños rotos.